viernes, 9 de octubre de 2009

Un premio Nobel para un Papa

Todos los años recibimos noticias de premios que se otorgan a muchas personas e instituciones alrededor del mundo. Pero quizás los premios por excelencia, los que gozan de una popularidad especial son los premios Nobel.

No ha faltado la polémica en muchas concesiones de estos premios, en particular de los llamados premios Nobel de la Paz.

Este año ya hemos conocido que el premio ha ido destinado al presidente de los Estados Unidos. Quien ha alcanzado la presidencia de ese pais tiene a su cargo el mayor presupuesto militar del mundo, una industria de producción de armamento que es uno de los baluartes de su economía, compromisos con muchos paises e instituciones que no están basados en principios pacíficos, precisamente, etc.

Sin embargo, hay un Jefe de Estado de un pequeño territorio en el centro de Italia, que no dispone de ningún presupuesto de defensa ni invierte ningún caudal de dinero en promover ningún tipo de guerra u hostilidad en el mundo. Esta persona y la institución que encabeza, y a la que representa ante el resto de los hombres, han defendido la paz verdadera, la que no brota de una falsa justicia sino que se fundamenta en la verdadera. Y ha luchado por ella en numerosas ocasiones, con exposición de su propia vida.

Ese Jefe de Estado es el líder espiritual de 1.000 millones de católicos que siguen y aman a Cristo que es Príncipe de la Paz y que murió de la manera más pacífica y resignada que ha conocido la historia por amor a todos.

Sin embargo, ningún Papa ha recibido el premio Nobel de la Paz. ¿No ha habido Papas que han trabajado por la paz? Seguro que sí, pero probablemente no esté bien visto dar un premio de ese calado a la cabeza de la Iglesia Católica.

Benedicto XV sufrió los horrores de la I Guerra Mundial y trabajó arduamente por la paz.

Pío XII arriesgó su vida y la integridad del propio Estado Vaticano para defender a muchos perseguidos por el régimen nazi, aun cuando sabía que hubieran podido invadir el Palacio Apostólico con la máxima facilidad.

Juan XXIII hizo el mayor alegato en favor de la paz en el mundo en su encíclica Pacem in Terris, entre muchos hechos de su vida que hablan de su corazón pacífico.

Juan Pablo II trabajó arduamente para evitar los conflictos de la guerra del Golfo y la invasión de Irak.

Benedicto XVI no se cansa de hablar y predicar la paz allá donde va y se le escucha.

Pero ningún Papa ha recibido dicho premio. Ni siquiera la Iglesia Católica como institución.

Desde aquí brindo una pequeña idea para devolver el auténtico sentido a este premio: otorgar un último premio al valedor más importante de la paz de todos los tiempos: a Jesús de Nazaret.

A lo mejor tampoco esto está bien visto.

jueves, 8 de octubre de 2009

¿Es lo mismo enamorarse que estar enamorados?

"Un error que lleva a suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confusión entre la experiencia inicial del "enamorarse" y la situación permanente de "estar enamorado" o, mejor dicho, de "permanecer enamorado".

Si dos personas que son desconocidas la una para la otra como lo somos todos, dejan caer de pronto la barrera que las separa, y se sienten cercanas, se sienten uno, ese momento de unidad constituye uno de los más estimulantes y excitantes de la vida.


Y resulta aún más maravilloso y milagroso para aquellas personas que han vivido encerradas, aisladas, sin amor.


Ese milagro de súbita intimidad suele verse facilitado si se combina o inicia con la atracción sexual y su consumación.
Sin embargo, tal tipo de amor es, por su misma naturaleza, poco duradero.

Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial.


No obstante, al comienzo no saben todo eso: en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar "locos" el uno por el otro, como una prueba de la intensidad de su amor, cuando solo muestra el grado de su soledad anterior."


En su libro El arte de amar, del que he tomado esta cita textual, Erich Fromm nos brinda unas reflexiones contundentes sobre el amor humano. El autor no era cristiano, pero sus conclusiones y sus razonamientos pueden ser recibidos sin dificultad desde la fe cristiana en la inmensa mayoría de las ocasiones. Un espíritu fino y agudo sabrá discernir las contadas ocasiones en las que no podemos estar completamente de acuerdo.

En este texto el autor nos brinda en unos breves párrafos el quid del tema del enamoramiento: confundir la chispa que se origina entre dos personas que se dan a conocer con el verdadero amor. Cuántos matrimonios han fracasado por dejarse llevar por esta confusión.



Enlaces relacionados:
Sólo el amor vence
¿Cómo amo?
Amor y libertad

Videos reveladores sobre la Gripe A y su vacuna

No dejen de ver estos videos de la doctora Teresa Forcades, monja benedictina, que ofrece información muy interesante sobre la Gripe A y la vacuna que se nos propone como solución para la misma.

Video sobre la Gripe A y su vacuna (1/6)

Video sobre la Gripe A y su vacuna (2/6)

Video sobre la Gripe A y su vacuna (3/6)

Video sobre la Gripe A y su vacuna (4/6)

Video sobre la Gripe A y su vacuna (5/6)

Video sobre la Gripe A y su vacuna (6/6)